Leyendas blancas: Redondo

Nombre completo: Fernando Carlos Redondo Neri
Fecha de nacimiento: 06/06/1969
Temporadas en el Real Madrid: 6
Títulos con el Real Madrid: 2 Ligas, 1 Supercopa de España, 2 Champions League y 1 Intercontinental.
“El teatro de los sueños” era el lugar. Del Bosque y Sir Álex Ferguson acudían a esos banquillos tan característicos de Old Trafford construidos a base de ladrillo y cemento y que están incrustados entre la afición local para ver el que luego sería uno de los mejores partidos de la historia del Real Madrid. Media Europa estaba con los ojos puestos en el televisor, presenciando el partido que decidía la eliminatoria entre los dos clubes con mayor repercusión del planeta, que además eran los dos últimos campeones de la Champions.

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Fernando Redondo era temple, pero también intensidad, era calidad, pero también dureza, era anticipación, pero también llegada. Redondo es el número cinco que tiene que tener como referencia toda joven estrella si quiere llegar a un nivel parecido al de ‘El Príncipe’.
Son muchos los aficionados al fútbol que me han descrito a este futbolista con una frase como: “Si mirabas al equipo defendiendo, él siempre estaba al pie del cañón. Si mirabas en una jugada de ataque, también estaba. Era omnipresente”. Y sin duda lo reafirmo. El “5″ argentino leía el juego como nadie, y eso le facilitaba de sobremanera el cortar pases rivales, achicar espacios obligando el fallo del rival y meter codos y hombros en el momento justo para que el arbitro no se diese cuenta de que le estaba haciendo una falta clarísima al contrario para arrebatarle el balón.
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Redondo “sacando codos”
Aunque su jugada más recordad es esa narrada anteriormente frente al United (sin ser algo habitual) le define bastante bien. El autopase, que hizo de esa manera de regatear un arte, la técnica, y el aprovechar cualquier centímetro del terreno de juego para zafarse del defensor.
Estoy seguro que el señor Fonsi Loaiza escuchó la retórica divina viendo jugar a este genio. Y la verdad, no es para menos. Su variedad técnica era brutal, al igual que con un sutil toque con la zurda cambiaba el juego de una banda a otra, o te hacía un caño en una baldosa como se vio en Manchester. Posiblemente su pasado como jugador de fútbol sala ayudase bastante a fabricar esta exquisitez. El futsal te obliga a tocar de primeras, a pensar rápido, a girarte, a buscar el espacio, a encontrar escapatoria entre dos rivales en apenas dos metros cuadrados y, sobre todo, a tocar y moverte. La movilidad entre posiciones es clave en este deporte, las rotaciones son algo habitual en cualquier equipo de fútbol sala. Y si eso lo llevas a un campo de 105 x 68 metros, puedes hacer auténticas locuras con el balón.
Y es que Redondo podía ser un mediapunta actual -salvando las diferencias-. Su calidad en la zurda daba pie a que el que tenía enfrente se pensase dos veces si le entraba o no. Con un simple toque podía dejar en bragas al defensa y marcharse hasta portería contraría. Si bien nadie le recuerda como un experto a la hora de dar pases en largo, todos coinciden en que sabía sus limitaciones mejor que nadie, y por ello prefería suspender la idea de dar un pase en largo y dejar solo al delantero para pasarla en corto y asegurarse de mantener la posesión. Posiblemente Guardiola se hubiese arrancado con sus propias manos un testículo por tener a Redondo entre las filas del Barça del sextete.
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“A tactically perfect player” – Fabio Capello.
Quien casi nos lo arranca es Mendiguren, jugador del Athletic Club, quien en un partido del Trofeo Euskadi de la pretemporada de 1994 (el argentino acababa de aterrizar en la capital española como quien dice) cazó literalmente a Redondo apartándole durante meses de los terrenos de juego. Pero a pesar de que el argentino no entró con bien pie en el equipo y de que esa lesión le limito el, por ejemplo, poder golpear el balón con fuerza en lo que les restó de carrera deportiva, el jugador de Adrogué cosechó trofeos con el Real Madrid, entre ellos la ansiada Séptima en cuya final se enfrentó casi el solito a un medio del campo de la Juventus que daba miedo, o frases míticas como el “Come pasto, burro” que le dedicó a un jugador de Osasuna tras regatearle.

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