Da Vinci sin smartphone
Sin conocer el Museo Cerralbo ni de oídas, me acerqué expectante al edificio pensando que no sería un gran foco de turistas. Seguí a una pareja argentina que preguntó al guardia de seguridad allí presente por dónde debían entrar. Mientras subían la escalera, el hombre preguntó que qué iban a hacer, como esperando que la respuesta fuese no seguir su camino. La mujer contestó con el siempre interesante acento argentino que qué iban a hacer ya que estaban ahí. Realmente, el primer impacto no fue muy esperanzador. Sin embargo, entré y la primera sala que me encontré era una exposición temporal sobre la gimnasia en España . Celebrando poder colar un texto de deporte en una práctica de educación, miré a mi alrededor y me di cuenta de que no era así. La sala estaba llena de un par de clases de alumnos de secundaria, y entendí que todo estaba conectado. Yo veía mancuernas de terciopelo, bancos y poleas muy similares a las de cualquier gimnasio actual. Las tenía enfrente de mí y, a