Absolutamente Isco
Arrastre con la derecha, arrastre con la derecha, amague, pase y a correr. Y así sucesivamente.
Quizá abuso de ello, del único contra que tiene el malagueño a la hora de atacar. Aunque en su termino medio resulta su mejor virtud, muchas veces -o no muchas, pero las suficientes como para que sea una de sus señas de identidad- se le ha visto algo extra-motivado y con ganas de decidir el partido por sí mismo. Y bueno, es que la afición gaditana se lo exigía. Cómo afrontar uno de los partidos más importantes de la temporada, empezando con el marcador en contra y con la hinchada jaleando tu nombre sin haber echado a rodar el esférico.
Desde el primer momento se ofreció a sus compañeros para recibir en campo rival y avanzar con el balón en los pies. Comenzó como todo el equipo: calmado, con ganas de hacer las cosas correctamente y con la idea en la cabeza de que antes o después Serbia cedería. Pero el gol en contra cambió el planteamiento de juego, tanto de Isco como del conjunto. No valía el empate, y había que marcar más pronto que tarde o la cosa se complicaría bastante.
En momentos del partido recordaba a ese protagonista de las películas de caballerías que ve cómo su amigo de la infancia está entre la vida y la muerte luchando contra un bárbaro y se va abriendo paso con su espada ante cualquier rival que se ponga en su camino, sin que falte la cámara lenta cuando atraviesa con su acero el cuerpo del contrario. Un pase allí, una regate aquí, una pared con Gayá para terminar encarando al lateral derecho… La banda izquierda la explotaba al máximo, y con sus diagonales hacia la meta rival creaba el único peligro de la selección de Celades.
Pero su manera de desbordar, desequilibrar y condicionar al contrario no fueron suficientes para conseguir el empate. Como a los mayores, le sobra clase y criterio en los pases. Y al igual que en la absoluta, faltó gol.
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